Después de muchos años de escribir en su diario de oración, la misionera Sarah Young decidió "escuchar" a Dios con pluma en mano, poniendo por escrito cualquier cosa que Él le decía.
Fue embarazoso al principio, pero poco a poco sus encuentros diarios cambiaron de monólogo a diálogo. Ella sabía que sus escritos no eran inspirados como lo son las Sagradas Escrituras, pero estos encuentros escritos le ayudaron a crecer en su acercamiento a Dios. Otras personas han sido bendecidas al ella compartir sus escritos, de tal manera que personas en todo el mundo están usando sus mensajes.